martes, octubre 24, 2006

La patria patotera-sindical

Una vez mas y van… el pasado martes fuimos tristes espectadores de hasta donde es capaz de llegar el sindicalismo patoteril y violento en este país. Los sucesos ocurridos en San Vicente dan cuenta de eso. Poco importó lo que se estaba celebrando (nada menos que un 17 de octubre), y lo que debería haber sido una auténtica fiesta para el pueblo peronista, terminó ofuscado por un enfrentamiento entre Moyano y los “Gordos” de la CGT, una disputa entre aparatos burocrático-sindicales, en fin una pelea entre patotas y matones a sueldo.
El sindicalismo que se enfrentó este 17 de octubre, no es mas que un sindicalismo gansteril, corrupto y mafioso, donde prevalece el plomo y las piedras por sobre la palabra y la razón. Sindicalismo en donde nada importa, con tal de tener una cuota mayor de poder, o de controlar una caja más grande de donde robar y enriquecerse. Sindicalismo que desde hace 40 años viene sacando chapa de combativo, y no hizo mas que transar con cada una de las dictaduras y gobiernos de turno, que entregó a los trabajadores a la patronal o dio listas de sindicalistas de base a la dictadura genocida. Sindicalismo integrado por patotas que no tan solo se enfrentan entre ellos para saladar cuentas pendientes, sino que hasta son capaces de agredir y golpear a los propios trabajadores que dicen representar (como la patota del PJ que hace unas semanas agredió a los trabajadores del Hospital Francés, integrada entre otros por miembros del sindicato de SUTEGBA).
Ellos, todos, los Moyano, los Daer, los Cavalieri, los Barrionuevo, los Martínez son hijos y herederos de aquel peronismo de los años 60’ y 70’, no el peronismo de la resistencia de John Cook, sino el peronismo de Vandor, Alonso y Miguel; el mismo que apoyó a la Revolución Argentina de Ongania, colaboró con Lanusse y se opuso al cordobazo, aquel del “negociar y golpear”.
Con semejantes maestros, como no tener iguales o mayores alumnos. Sin duda que aprendieron con creces las lecciones de los viejos mentores, e introdujeron nuevas prácticas, entre ellas, la incorporación de barrabravas a sus filas patoteriles, y la transformación de los sindicatos en cúpulas empresariales, dando lugar al sindicalismo empresarial. A este llegaron mediante el implante del neoliberalismo en estas pampas, proceso comenzado por la dictadura militar de 1976 y redondeado en los años 90’ por Menem y De La Rua. Este sindicalismo empresarial les permitió a los “Gordos” y a la burocracia sindical enriquecerse, a costa de echar por tierra las importantes conquistas obtenidas por el movimiento obrero a lo largo de décadas de lucha. Ellos, los que se declararon ser parte de la clase trabajadora miraron para otro lado durante la aplicación de las leyes de flexibilización laboral y precarización del trabajo, así como también frente a los despidos masivos, cuyas consecuencias seguimos padeciendo hoy en día.
Ante todo esto, surge la necesidad de construir un nuevo movimiento sindical, desde abajo y a la izquierda, formado a partir de las cooperativas y asambleas de trabajadores, donde lo que prime sea la solidaridad y el compañerismo, cuyas direcciones estén subordinadas a las bases, cuyo dirigentes sean verdaderos portadores de la voz de la clase trabajadora, y no una bolsa de gatos llena de burócratas y empresarios. Y para esto es obligatorio aprender del sindicalismo combativo de las décadas pasadas, el de Tosco y Ongaro, el de la CGT de los argentinos y de Villa Constitución, aquel sindicalismo forjado en la lucha en el campo popular y no en una oficina, aquel que estuvo junto al pueblo y no junto a la patronal.
Así y solo así con un sindicalismo digno, rebelde, combativo y revolucionario se podrá enfrentar al empresariado y a la burocracia sindical.


Continuara...
(proximamente la introducción)
 

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